miércoles, 3 de julio de 2013
Ana Elena Pena
Reconozco que siento debilidad por esos muchachos perdidos que de vez en cuando vienen a rondar mi dormitorio en busca de refugio, buscando conquistar algo con frecuencia reservado a una cierta madurez.
-Eres un niño (me río)
-Soy un hombre
-Eres un niño
-¡Te digo que soy un hombre!
Y entonces se les pone dura, te cogen a traición por la espalda y no hay más que hablar. Todo lo que viene después entre jadeos y sudores es asunto de adultos, así que me rindo ante la evidencia.
Sin embargo, no tardan en asomar esas inseguridades y complejos tan propios de quien todavía abraza la adolescencia y acaba de asomar al mundo entre dudas y vacilaciones, falto de confianza.
Soy feo
Soy tonto
Soy malo
Debe ser porque nunca he tenido hijos, que cuando me muestran fragilidad les miro a los ojos con gesto de madre, y todavía recién follada, les beso en la frente y les digo:
Eres guapo
Eres listo
Eres bueno
Eres PERFECTO
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