Entre lo
poco que sé de la vida también te diré que nada de todo esto vale la
pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni
luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te
empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de
un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va.
Ojalá
ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te
despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a
remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas
deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo
que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en
brazos ajenos. Dos emociones inútiles asociadas al pasado,
arrepentimiento y culpa, y una emoción asociada al futuro, la
preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a
apreciar lo único que tienes.
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